La 'exitosa' libertad de horarios comerciales de Madrid que nadie (ni el PP) se atreve a implantar en otras provincias: "No tenía sentido ir al cine el domingo, pero no poder comprar"

No hay nada en la vida tan fugaz y desleal como el tiempo, que convierte en estampas de color sepia y recuerdos casi irreales, escenas que, hace no tanto, a veces antes de ayer, fueron cotidianas. Daniel, de 13 años, no ha conocido un domingo con los comercios cerrados en Madrid, cosa cotidiana hasta 2012 y que, en el resto del territorio nacional, sigue siendo natural. Pero hasta aquel verano, con una galopante crisis económica inversamente proporcional al éxtasis futbolístico de la mejor España, la realidad comercial en la región mutó, permitiendo la libertad de horarios. Lo hizo, entre convulsos días con manifestaciones y agitación política, abanderado por el Gobierno popular de Esperanza Aguirre. Aquella (esta) barra libre, que dolió especialmente al pequeño comercio, es hoy una forma de vida dominical a la que, provincias limítrofes, suelen agarrarse.
Conviene recordar uno de los epígrafes (espinoso entonces) de la Ley de Dinamización de la Actividad Comercial -12 de junio de 2012- que delimitó la ruta: «Cada comerciante determinará, con plena libertad y sin limitación legal alguna en todo el territorio de la Comunidad de Madrid, los domingos y festivos en los que desarrollará su actividad comercial». Han transcurrido 13 años desde que se le pusiera el sello la normativa y alguno más desde que comenzó a consolidarse en la cabeza de quienes gestionaban la región. Una realidad que sigue siendo anomalía respecto al resto del paisaje actual en España.
«Hoy resulta difícil entender Madrid sin esta particularidad, que hace que la ciudad no deje de funcionar. La literalidad de ese artículo resume el espíritu de la norma. No tenía sentido ir al cine el domingo, pero no poder comprar», argumenta a GRAN MADRID Percival Manglano, el consejero de Economía y Hacienda que impulsó aquella revolución. «Hay que entenderlo en mitad de la grave crisis económica, pues eran momentos duros y había que ayudar a las empresas lo más posible. Hubo bastante debate en la Asamblea y asociaciones de comercios que tenían dudas. Pero el argumento era difícil de desmontar, ya que no se imponía nada, se daba la libertad para que cada uno hiciera lo que quisiera. Respondía al interés y el beneficio de los consumidores. Y eso nos reúne a todos. El punto de partida fue que la Administración debía ser lo menos invasiva posible», abunda.
"Autobuses al Primark de Gran Vía"Se pronuncia también Juan Manuel López Zafra, director general de Economía de la Comunidad de Madrid. «La libertad de horarios no fue ni es una imposición. Los consumidores se adaptaron rápidamente a esa libertad de horarios y más de la mitad empezaron a comprar en horarios que antes estaban vetados. Venían autobuses de otras provincias al Primark de Gran Vía. Hoy las tiendas luchan contra el comercio electrónico por inmediatez y especialización. Esa es su gran oportunidad». Y traza una explicación a que ninguna otra región haya movido ficha al respecto: «Es más fácil no hacer nada y mantener el status, así no se te echa nadie encima. En cierto modo, hay miedo a darle al consumidor la libertad de elegir».

Pero, lógicamente, la medida no fue del agrado de todos. «Cocem (Confederación de Comercio Especializado de Madrid) tuvo un momento de responsabilidad, ya que el principal problema era el paro. No era plato de gusto, pero había que cooperar para solucionar el problema. Nunca se acreditó que el empleo hubiera mejorado, pero la medida se mantiene hasta hoy», recuerda Armando Rodríguez, presidente de la institución desde 2019.
«Esa libertad de horarios no es hoy un tema tan sensible como en aquellos días. Estos años ha habido cuestiones que han perturbado al comercio de proximidad, sobre todo en sectores donde el relevo no es tan fácil y no es sencillo cubrir los horarios. La presión normativa, como las últimas medidas del Ministerio de Trabajo, cuya implantación suponen unos 6.000 euros por establecimiento, son algunas de las amenazas», lamenta el responsable del comercio madrileño, que pone también el foco en la ausencia de un plan estratégico de la Comunidad -«invierten apenas dos millones»- que refleje esa voluntad de supervivencia del sector. Según los datos aportados recientemente por esa institución, han desaparecido 6.000 tiendas y se han abierto 270.000 m2 en centros comerciales.
"Competir con plataformas digitales"Se pronuncia también la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), por boca de su presidenta, Matilde García Duarte. «Los hábitos de compra y estilos de vida han cambiado de forma radical. La flexibilidad introducida por Madrid es fundamental, porque garantiza el derecho de las empresas a adaptar su servicio a la realidad de sus consumidores. Podemos competir además en igualdad de condiciones con las plataformas digitales».
Y añade: «La Comunidad de Madrid es la única donde cualquiera puede comprar una camisa, un televisor o bajar al supermercado cualquier domingo de febrero y marzo. En el resto de CCAA está prohibido, porque establecen un calendario rígido de los días en los que se puede comprar».
No se trata de una cuestión política, pues uno de los choques más intensos ha tenido como protagonista a la alcaldesa popular de Jerez de la Frontera, María José García Pelayo. O a Córdoba, también del PP, que prohíbe abrir en casi toda la ciudad, a excepción del entorno de la mezquita.
Asoma otro domingo más, y Madrid no baja la persiana. Aunque hace no tanto, aunque a Daniel le cueste creerlo, la realidad era otra.
elmundo